“Moviendo
los Estereotipos de Género”
Eje temático
Artículo de divulgación de experiencias pedagógicas
MOVIENDO LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO
LOS VARONES DANZAN
RESUMEN
La experiencia que se relata a
continuación –los varones danzan- se desarrolló, en el
Instituto Superior de
Educación Física N° 1 “Dr. Enrique R. Brest” en el mes de octubre
del año 2003.
La misma formó parte de una
investigación denominada “moviendo los estereotipos de
género” que contó con otras
dos experiencias realizadas durante el segundo cuatrimestre
del mismo año. A saber: la
lectura de material teórico y el análisis de textos en la temática
de género; y un cine debate
con la proyección de la película inglesa Billy Elliot
Instalar la
problemática de género en la formación de los docentes de educación
física era el
objetivo que perseguía este trabajo. El mismo fue impulsado por la Lic.
Graciela Morgade, en
ese momento Directora General de Educación Superior del
Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires.
En esa oportunidad formé parte
de un equipo de trabajo junto a la Lic. Diana Solís como
coordinadora del proyecto y
las prof. Ana Cristina Álvarez y Lucila Traverso.
En lo particular, por ser la
danza mi especialización, me ocupé de la diagramación y
ejecución de esta propuesta.
La misma correspondió al dictado de una clase de danza
con los varones de 4° 2 y 4° 3
del T.M. de la promoción 2003.
MOVIENDO LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO
LOS VARONES DANZAN
Lic. Patricia Arias
“Quien
no baila desconoce el camino de la vida”
Jesucristo,
según un himno gnóstico del siglo II
Todo se inicia a mediados del
año 2003, cuando la Lic. Diana Solís me
invita a trabajar en un equipo, que aborde las cuestiones de
género dentro del
profesorado de educación física, a su vez solicitado por la
Lic. Morgade (en ese
momento Directora de Educación Superior).
Vino a mi mente, en ese
instante, un texto de un psicoterapeuta argentino
llamado N. Levy, quien repara en la cuestión de la desvalorización
de la energía
femenina en la cultura occidental. Levy
sostiene que la mayoría de nosotros
hemos sido criados con una idea que ha tenido una acción
devastadora, ya que
impide un desarrollo armónico y equilibrado de la
personalidad, es la que cree que
la energía masculina es mejor, más interesante y más vital
que la energía
femenina.
Así, plantea que cuando se le pregunta a alguien qué cree
ud. que es mejor, más
interesante o más vital: ¿la iniciativa, la búsqueda, la
acción o la receptividad, la
espera, la contemplación? La respuesta más frecuente es que
lo primero es
mucho más interesante que lo segundo, y a los rasgos
femeninos mencionados se
los considera más bien como un déficit de la vitalidad. Del
mismo modo, cualquier
rasgo en un varón que estuviera vinculado con las funciones
femeninas
(sensibilidad, ternura, etc.) es interpretado como un
déficit en su condición de
varón. De tal manera que se sofocan dichas expresiones y lo
que resulta es
sinónimo de potencia masculina. Esto claramente se sostiene
desde el mensaje:
“los varones no lloran” o: “aguantarse el dolor es de
machos”
Sostiene, entonces, que si la energía femenina es poco
valorada por nuestra
sociedad, al ser vista como una falla en la vitalidad y que
la aparición en el varón
es considerada como una falla en su condición de tal, el
camino elegido ha
apuntado a impedir cualquier expresión de la misma.
¿Qué puedo aportar a las
“cuestiones de género” desde mi área específica
de trabajo? –me pregunté, en ese momento. La respuesta que
me asaltó fue
contundente: “dictar una clase de danza para varones”. Me
encontré con un primer
tema a resolver, ya que la danza es una asignatura que
cursan sólo las mujeres.
La cuestión se solucionó cuando le solicité a uno de los
profesores de gimnasia
deportiva de varones de 4° año, que me permitiera una de sus
clases curriculares
para llevar a cabo la experiencia.
El segundo y gran tema a resolver respondía a la pregunta:
¿cómo hacer para que
los varones bailen sin que los paralice la idea de que están
bailando? La
respuesta fue sencilla, les voy a pedir que hagan lo que
socialmente les está
aceptado hacer, jugar a la pelota.
Así fue que el 6 de octubre de ese año, con un gran signo de
pregunta y el
inevitable entusiasmo que me generan los desafíos, fui
–junto a todo el equipo- a
encontrarme con los alumnos.
Me acerco a ellos, me presento, les digo que vamos a hacer
una clase juntos.
Comenzamos a entrar en calor. Nos estiramos, movilizamos las
articulaciones,
despertamos el cuerpo y sin querer fuimos entrando en el
maravilloso mundo del
ritmo y el movimiento, jugando con el tiempo, la energía y
el espacio, disfruté cada
segundo y ví sus caras expresar el placer, fue algo
realmente muy bello. Después
relajar la tensión acumulada.
Recordé en ese momento que, relajar,
expresar, cuidar, son todos atributos de la
energía femenina, según el estudio de N. Levy.
Continué entonces, les pedí que por parejas, imaginaran que
tenían una pelota, y
que jugaran utilizando todo el espacio. Los ví saltar,
girar, lanzar, recibir, caerse al
piso, golpear con la cabeza, el pecho, las piernas, usar
todo el cuerpo, de una
manera -no menos- que apasionada. Elegí una pareja, dividí
al grupo en dos, la
mitad detrás de Juan Pablo, la otra mitad detrás de Juan
Diego, les pedí –al resto-
que se mimetizaran con ellos. Les puse un tango. Fue
realmente mágico. Los vi
danzar, bailar con pasión, con gran armonía, me embargó una
intensa emoción.
Luego hice el cierre, les indiqué que la clase había
finalizado, uno esbozó: -Nooo!!
Otro agregó (dirigiéndose al profesor): - que cambien
gimnasia por danza.
Entre risas, armamos un círculo para poder reflexionar.
¿Cómo están?, les pregunté.
- “Mejor”,
contestó uno, “está para seguir”.
- “Yo vine re-dormido y me desperté completamente”,
apuntó otro.
- “La
música ... te da para moverte. Indicó un tercero
- ¿Qué más pueden decir? pregunto.
- “Estuvo relajante, divertido”, agrega uno.
- Otro
indica, que “estuvo muy bueno lo que había visto de afuera cuando
jugaban
con la pelota imaginaria”.
- “Está muy estructurado a que la
danza es un tutú”, me indica uno de ellos.
Esto me da pie a explicar que la danza como cualquier
expresión artística, nace
en un contexto histórico y social determinado, que el Ballet
se origina a mediados
del siglo XVII, y es importante clarificar que “la del tutú”
es solo una de las formas
posibles de la danza, que -por favor- no dudaran, de que lo
que ellos habían
hecho era bailar.
- “A mí lo que me pasó fue que cuando
cerré los ojos, me encontré
descubriendo todo mi cuerpo otra vez”.
Agrega otro alumno.
-
“Cuando cerrás los ojos, te dejás llevar”.
Indica otro.
¡Qué interesante me resultó
descubrir que todas estas expresiones de parte
de los alumnos, también estaban dando cuenta de la
percepción de los atributos
femeninos! La relajación, la sensibilidad, el sentido
estético, la capacidad de
entrega, etc.
Un alumno, refiriéndose a lo que piensa habitualmente dice: “es que el hombre no
está para expresarse. Eso se lo deja
a las mujeres. El hombre está para cosas
duras”.
Pregunto entonces: Uds. ¿Creen que esto es saludable?. Nooo..., dijeron varias
voces al unísono.
-“Yo creo
que pasaría algo similar si
lleváramos a todas las chicas a una cancha
de fútbol, eso ellas también lo
tienen vedado” -agrega un alumno-. Recuerdo
haberme alegrado enormemente de esta reflexión, ya que
arroja por la borda todo
egoísmo y percibe la discriminación.
Dice otro alumno: - La sociedad elige por nosotros, lo mismo pasa acá adentro. Yo
no sé lo que es el cestobol. Agrega otro.
Con una inmensa satisfacción por la tarea realizada, dí
cierre al trabajo
El resultado había sido
realmente muy bueno, pero lo que aconteció
después no fue menos interesante. Los alumnos me plantearon
la posibilidad de
un segundo encuentro. Respondo que con muchísimo gusto si el
prof. así lo
aceptase. Y así fue. Allí ví con claridad que los estereotipos
son de diversa índole,
otro de los que se han instalado con fuerza dentro de la
formación, que alcanza
tanto a los varones como a las mujeres, tiene que ver con
que si te gustan los
deportes no puede gustarte el baile, o a la inversa. Hay un
corte abrupto entre el
movimiento expresivo y el movimiento deportivo. Entonces fui
por más. Le pedí a
Lucila y a Nicolás (ambos, jugadores federados de
básquetbol), que nos
encontráramos para hacer un trabajo. Les pedí a c/u que
trajera una pelota de
básquetbol. Así fue que nos encontramos y luego de entrar en
calor, les pedí
primero que cada uno jugara con su pelota, luego les retiré
una de ellas y les
solicité que jugaran los dos con la misma. Posteriormente
les retiré la única pelota
y les pedí que continuaran jugando como si la tuvieran.
En ese momento, le dice Nicolás a Lucila: -vos me la pasás y a
mí se me escapa.
Lucila le responde, haciendo cuerpo el estereotipo que dice
que las mujeres
somos menos coordinadas que los varones: -nooo!, que se me
escape a mí, que
suena más creíble.
Y Nicolás responde, con una gran cuota de ternura: -no, acá vinimos a
romper
todos los estereotipos, así que al
que se le tiene que caer es a mí.
A ese trabajo le pongo el mismo tango con el que habíamos
trabajado en la primer
clase. Armamos una composición con movimientos deportivos
Los cité para la
segunda clase.
Allí fuimos –todo el equipo- al segundo encuentro.
Ensamblamos los movimientos
que habían creado Juan Pablo y Juan Diego en el primer
encuentro y los
movimientos creados por Lucila y Nicolás. Empezó a crecer
algo así como una
coreografía de danza deportiva.
Cerramos el segundo e impensado encuentro con una gran
satisfacción.
Para finalizar, creo como
camino posible hacia la armonía individual y
social apuntar por un lado, a revalorizar la energía
femenina, en donde
varones y mujeres puedan conectarse con sus atributos, dando
lugar a su
expresión con total libertad. Y por otro, a que las mujeres
no se vean
impedidas de realizar actividades en donde les sea posible
expresar la
energía masculina que habita en su interior, sin sentirse
desvalorizadas,
discriminadas u obligadas a competir.
Apunto a la comprensión de la verdadera esencia del ser
humano, sin
prejuicio ni exclusión alguna; donde, siendo el individuo
que, haciendo uso
de su libertad, decida qué actividad le resulta placentera y
lo hace feliz.
Agradezco a Diana por su
afecto incondicional y el intenso conocimiento de
los fenómenos sociales, a Ana, Lucila, Nicolás por la
entrega y el compromiso, al
prof J.C. Esperón por abrirnos su cátedra para esta
experiencia, a los alumnos de
4° 2° y 4° 3 del T. M. promoción 2003, que cambiaron el
prejuicio por la apertura,
permitiéndose disfrutar.
Lic. Patricia C. Arias