Soy docente de Educación Física en el nivel
inicial desde 1984, y además de años de servicio, acumule mucha experiencia.
Actualmente estoy trabajando en un jardín de escuela publica en la zona de Flores (CABA), en los últimos
años comencé a percibir una dificultad
en los grupos de niños para escuchar y
prestar atención que se va agravando rápidamente año a año, y que también
involucra a las familias.
El murmullo es constante, no se detiene ni
cuando se saluda a la bandera. Maestras levantando la voz, tratando de brindar
alguna información (muchas veces muy importante para las familias),
esforzándose para comunicar algo, que no son “escuchadas”.
Niños a los que les hablamos y no nos
miran, se pasan cuchicheando con algún compañero, o simplemente no prestan
atención.
A medida que pasa el tiempo fui
simplificando las consignas que les doy a los niños para realizar las actividades,
porque les cuesta tanto escucharlas, que si son mas largas o complejas, cuando
comienzan a jugar no saben que deben hacer.
Por supuesto hay grupos que responden mejor
que otros, pero hasta en los mejores se da este fenómeno.
Se me ocurren como posible explicación
para estas conductas los cambios en la comunicación, los flashes
en los medios audiovisuales, el uso de nuevas tecnologías, las conversaciones
se cambiaron por chats, wasaps y mensajitos de texto, en el mejor de los casos,
cuando no se “ dice todo” con un emoticón.
En muchos casos los adultos no prestan la
debida atención a los niños cuando estos los demandan o les hablan, ya sea por
estar ocupados, faltos de tiempo, mirando el celular, inmersos en su
problemática. Los niños por ende
reaccionan igual cuando la situación es a la inversa, porque copian o aprenden
ese modelo de comunicación.
Si al llamarlos por su nombre no responden
ni hacen contacto visual, ¿Cómo le aviso a un niño que se acerca a un sitio
peligroso?, ¿o que con su actitud puede lastimar o lastimarse?
Si no recepciona mi palabra, ¿le mando un
wasap?
No intento desvalorizar los grandes avances
que produjeron las nuevas tecnologías, ni estimo que todo pasado fue mejor.
Pero
¿me resigno frente a los cambios que se están produciendo?, ¿me adapto y
cambio?, ¿los acepto pasivamente o me propongo algunas modificaciones?
Siempre valorice el proceso de aprendizaje,
incluso mas que el contenido o el logro. Muchas veces contenidos que aprendimos
los olvidamos, pero la manera en que lo aprendimos la incorporamos, nos
acompaña durante mucho tiempo, y construimos otros aprendizajes sobre ella.
Me pregunto, ¿se puede aprender sin
escuchar?
La respuesta es afirmativa, hay muchas
maneras de lograrlo, explorando, de forma autónoma, copiando, etc., y
probablemente vayan surgiendo nuevas.
No obstante, el empobrecimiento en el
intercambio de palabras, en la atención, en el registro del otro , en la
mirada, me sigue haciendo ruido y me genera la necesidad de armar una
estrategia para recuperar un poco esa manera de comunicarnos y aprender.
Los maestros en actividad fueron formados
para trabajar con niños que escuchan, y continua esa tendencia en los
profesorados.
Decidí comenzar por el jardín donde trabajo, hable con la directora sobre
la posibilidad de armar un proyecto para mejorar la escucha y la atención, que
involucre a toda la escuela y en el cual participemos todos los docentes.
No logramos lo que no nos proponemos. Si
cada uno aporta su granito de arena, tratando de producir pequeños cambios,
tenemos esperanza. Si nos interesa, si seguimos pensando que la escucha y la
atención son importantes para el aprendizaje, exprimamos nuestros cerebros y
busquemos la manera de transmitirlo.
Prof.: Cynthia Stecher