Como profesores de natación,
muchas veces entramos en la polémica con colegas acerca de la utilidad o no de
enseñarle a estudiantes de escuela primaria técnicas de remolque o salvamento.
Sin lugar a dudas, cualquier aprendizaje que se lleven de nuestras clases
podría ayudar a evitar accidentes. Pero la duda aparece cuando pensamos que son
muy chicos y pueden confundir el mensaje. Pueden sentirse equivocadamente
capacitados para salvar una vida y ponerse en riesgo.
Trabajando con alumnos de
séptimo grado de la escuela 4 del D.E. 16, donde todos son muy buenos nadadores
ya que tienen clases de natación desde sala de 4 una vez por semana durante
todo el año, recibimos la propuesta del equipo de conducción del C.E.C de armar
talleres que resultaran interesantes a nuestro alumnado. El segundo
cuatrimestre de séptimo grado solía ser un momento en que la asistencia solía
disminuir y colocar los talleres en esa etapa del año fue una estrategia del
equipo docente para motivar a nuestros alumnos.
Se plantearon cuatro talleres,
de cuatro clases cada uno, donde los chicos de manera rotativa transitaran por
cada uno de ellos.
La experiencia fue muy positiva
y en esta nota comentaremos los contenidos abordados en el taller de actividades de traslado y nociones básicas de socorrismo.
Los otros talleres son de perfeccionamiento de técnicas de nado, polo acuático
y destrezas acuáticas.
En los años que llevo
trabajando de guardavidas, muchas veces he observado que la gente, en general,
cuando le toca pasar por una situación de riesgo en el mar o en piletas no está
preparada para reaccionar y generalmente no sabe como colaborar.
Por lo tanto, el enfoque del
taller estuvo puesto en como ser una buena víctima, en dejarse auxiliar y
colaborar con los guardavidas; en saber llamar y pedir auxilio.
Los chicos conocieron los
diferentes elementos de rescate: rosca salvavidas, torpedo y tabla de
inmovilización. Se les habló del DEA o desfibrilador automático, de la cadena
de supervivencia y de la importancia de las maniobras de RCP.
Los chicos aprendieron que la
señal de alerta cuando precisen ayuda, o cuando vean una persona que la
requiera es levantar las manos y mantenerse tranquilos, priorizando la
flotación.
Aprendieron y vivenciaron cómo
tomarse de los diferentes salvavidas y rápidamente adquirir una posición hidrodinámica que les permita
ser remolcados de la manera más efectiva.
Practicaron arrojar los
elementos de rescate desde fuera del agua y hablarle a la persona para calmarla
e instruirla en cómo tomarse de los materiales.
No enseñamos ninguna toma ni
remolque directo porque nos pareció arriesgado. Pero a través de juegos y
relevos fuimos incorporando técnicas de entrada al agua y nado de aproximación
sin perder de vista a la supuesta víctima. Los chicos se tiraban parados y
nadaban crol, ambas técnicas adaptadas sin meter la cabeza en el agua para no
perder contacto visual. Se tiraban con un salvavidas enganchado con su bandolera
y al llegar al compañero, sin acercarse completamente le entregaban el
material. Una vez que el compañero se posicionaba en posición hidrodinámica, el
“socorrista” lo remolcaba hasta el borde.
Con diferentes variantes de
materiales, distancias y profundidades se fueron planteando juegos y carreras
de postas.
En la charla del último
encuentro, se hizo hincapié en la importancia de recordar y agendar los números
telefónicos del servicio de emergencia y en la información que podrían brindar
al dar un panorama de la situación al operador que los atienda. Datos tales
como la dirección exacta y la cantidad y estado de la/s victima/s suelen ser de
gran utilidad.
Ezequiel Rodríguez
Licenciado
en educación Física
Guardavidas
(ISEFI)
Entrenador
de natación (IND)