En
estos tiempos posmodernos, donde el flujo permanente de información determina
la exclusión de las personas con dificultad para acceder a ella o para
procesarla, resurge en el campo del desarrollo psicosocial el concepto de resiliencia.
Así,
se denomina a la capacidad que posee el ser humano de superar una situación
adversa y salir fortificado. Éste término, tiene aplicación también en otras
disciplinas donde se utiliza para conceptualizar determinadas capacidades. En
física es la capacidad que tienen los metales
de resistir a los golpes y recuperar la estructura. En medicina es la capacidad
que poseen los huesos para crecer en la
dirección correcta luego de haber sufrido una fractura. Los tres significados están
atravesados por procesos de transformación, superación y fortalecimiento.
Las
personas pueden transformar los factores adversos en generadores de estímulo y
de proyección. La historia de vida de una persona a partir de su nacimiento, el
modo en que es recibida por el entorno y lo que se espera de ella determina las
diferencias en la estructuración del psiquismo y el desarrollo de la
subjetividad. La ausencia de una mirada significativa o un sostén materno
deficiente pueden establecer un cono de sombras entre un ser y su primer objeto
de deseo y constituir, para este ser en particular, un obstáculo por el cual no
ha podido alcanzar un desarrollo psicosocial pleno.
Sin
embargo, existe la posibilidad de revertir esta situación transformando esa
condición adversa en un fuerte impulso de creatividad, que le permita surgir
entre las sombras y salir fortalecido. De esto se trata la resiliencia, de
reparar, transformar, transferir y
renacer.
La
reparación del vínculo con el primer objeto de amor implica la existencia del
otro. Esta relación se preserva solo cuando las dos subjetividades están
atravesadas por lo que cada uno espera del otro. Cuando este me reconoce y confía
en mí, renace el deseo de apropiarme de los objetos del mundo en todos los órdenes
de la vida.
Según
Werner, quién investigó la capacidad de resiliencia de 500 niños en Kuwait, a
los cuales observó siguiendo su desarrollo en un medio social donde la
inequidad, la marginalidad y la discriminación constituían factores de alto
riesgo, los sujetos resilientes dentro de este grupo, tenían por lo menos una
sola persona que lo aceptaba en forma incondicional independientemente de su
temperamento, aspecto físico o inteligencia. Estos niños además, necesitaban
contar con alguien para sentir que sus esfuerzos, su competencia y
autovaloración eran reconocidos y fomentados. La conclusión de Werner, en 1992,
fue que la influencia más positiva para
ellos es una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo.
Comprueba finalmente, que la posibilidad de desarrollar la capacidad de
resiliencia depende de la interacción de la persona y su entorno humano. Si
tomáramos a esta última afirmación como paradigma podríamos reflexionar sobre
la importancia de la escuela como institución social donde el sujeto puede
fortalecerse, autovalorarse y proyectarse a pesar de las condiciones adversas
en las que vive y los factores de riesgo que lo rodean.
En
el libro “El punto”, escrito por Peter
H. Reynolds, se puede ver como una intervención adecuada de una maestra en un
momento preciso, despierta el impulso creador de un niño que se define a sí mismo como alguien incapaz
de realizar un dibujo. Sin embargo, es la maestra quien lo tranquiliza y le pide que solo se anime a
dejar su marca en el papel. Tal gesto de confianza, anima a Vashti a plasmar la
marca y junto a ella su nombre. En la clase siguiente la docente enmarca y
exhibe el trabajo de Vashti, expresando así su reconocimiento y el valor que le
otorga. La acción genera en la niña el impulso creador y comienza a plasmar su
arte combinando trazos y colores, en una cantidad de obras con las que más
tarde la maestra de arte realiza una exposición en la escuela y muchas personas
concurren a verla y se interesan. A partir de entonces Vashti ya no será la
misma. Se siente segura y confía en su capacidad creativa tanto que ayuda a
otro niño a desarrollarla.
En
el final de la historia, el autor agradece a su maestro por haber confiado en
el. Esta síntesis ágil, grafica la
magnitud de la influencia que la impronta de la escuela ejerce sobre un ser para bien o para mal.
Como
explica el pedagogo brasilero Paulo Freire “el maestro es un artesano que
construye, repara y rehace el vinculo del sujeto con el aprendizaje”. La
escuela en su dinámica cotidiana, las personas que en ella interactúan, el discurso
que circula dentro de la institución generan oportunidades únicas para
transformar la autoestima desvalida por entornos adversos y el dolor que
produce la indiferencia del otro en fortaleza e impulso creativo.
Tan
claro como lo expresa literalmente el diseño curricular, para escuelas que
dependen del Gobierno de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, “el aprendizaje es una construcción social”. De la actitud de cada
institución y del acuerdo entre los actores que en ellas participan y toman
decisiones, dependerá la posibilidad de formar subjetividad en cada ser. Esta
es la herramienta indispensable con la que cada individuo podrá alcanzar su máximo
desarrollo creativo, intelectual y social.
Autoras:
Adriana BOTTA,
Directora de la Escuela N º 3 - Distrito Escolar 21
Mirta
FERNÁNDEZ, Directora de la Escuela N º 18 - Distrito Escolar 21
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