En la sociedad de
nuestro país, el sedentarismo alcanza altos niveles, a pesar que la Educación Física ,
se dicta como materia obligatoria en todas las escuelas y en todos los niveles
de escolaridad.
El objetivo de la
educación física es que el sujeto se mantenga activo durante su vida adulta.
La realidad que vemos a
diario es totalmente diferente ya que muchos nuños, adolescentes y adultos, no
logran incorporar el hábito de la actividad física, no internalizan esta
necesidad y es por eso que no pueden auto regularse su propia actividad, de
esta forma muchos no hacen nada y algunos pocos concurren a gimnasios.
Desde mi ámbito que es
la escuela primaria, se puede observar que a pesar del esfuerzo de los
profesores por ofrecerles a los alumnos diferentes alternativas y
proyectos, relacionados con temas como
la educación sexual, los deportes, la educación para la salud, etc., la
respuesta de los niños es la apatía, la falta de interés, el no querer participar.
Vemos, especialmente
niñas, con sobrepeso y cuando indagamos aparece, no solamente el sedentarismo,
sino una alimentación inadecuada.
Cuando intentamos
hablar con los padres y organizar talleres, etc., éstos tienen la misma
respuesta, no participan. Entonces debemos insistir y trabajar, sin bajar los
brazos con la materia prima que tenemos a mano y la más importante, que son
nuestros alumnos y tratar de todas
formas que comprendan la importancia de la actividad física para mantener una
buena salud y mejorar así la calidad de vida, que les permitirá y nos
permitirá, llegar con una condición psicofísica ideal a la edad adulta.
Desde la escuela se
proyecta entonces, educar en conductas que nos permitan vivir sanos, conductas
tales como: no fumar; controlar el peso
y disminuir las grasas; mantener una presión arterial normal; no beber en
exceso y mantener una actividad mental constante.
Desde muy jóvenes, se
debe comprender que envejecer no influye solamente en lo estético, sino en la
fuerza muscular, la movilidad articular, la flexibilidad, la resistencia, etc.
Si a medida que
crecemos nos volvemos más sedentarios, el deterioro en la edad adulta se
multiplicará.
La actividad física
influye en el organismo en forma positiva: reduce la grasa corporal, aumenta la
resistencia y la flexibilidad y de esta forma, el organismo estará en armonía.
La actividad física
continua, contribuye a un estado de
salud favorable, mejorando la calidad de vida y por supuesto extendiéndola.
La relación íntima
entre educación física y educación para la salud es un gran trabajo que se
lleva a cabo en la escuela, ya que la educación para la salud reconoce que,
dentro de un amplio espectro de problemas sociales y de salud, los
comportamientos suelen presentar causas, factores desencadenantes y
circunstancias comunes. Este tipo de educación le permite al estudiante
desarrollar y demostrar conocimientos, actitudes, competencias y prácticas en
diversas áreas de la salud cada vez más sofisticadas, ayudándolo e
incentivándolo a mantenerla y a mejorarla, prevenir enfermedades y evitar
comportamientos de alto riesgo.
Para ser verdaderamente
efectiva, la educación para la salud, debería implementarse desde una
perspectiva mucho más amplia que considere un enfoque integral de salud
escolar, donde la educación para la salud orientada a las destrezas se conjugue
con las políticas de salud, los entornos de aprendizaje favorables y los
servicios de salud escolar. Asimismo, la
adopción de prácticas saludables
promueven la educación sexual, la educación reproductiva y contribuyen a evitar
el VIH//SIDA.
Así de importante es la
actividad física, que junto a todo lo que implica, mejora los logros en el
aprendizaje.
Los proyectos que
presentan los profesores de la especialidad, en la escuela, tienen un valor a
largo plazo que harán de cada alumno un adulto saludable.
Laura Virginia Fernández
Directora
Escuela N°13 DE 10°
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