sábado, 2 de octubre de 2010

LA OBESIDAD INFANTIL. Prof. Licia Halfon


La obesidad es uno de los trastornos nutricionales más frecuentes en la infancia. Por ejemplo, en nuestro medio son obesos el 5-10 por ciento de los escolares y adolescentes. La obesidad habitualmente es de origen exógeno, nutricional o de etiología multifactorial. En menos del 5 por ciento de los casos es secundaria a enfermedades metabólicas o endocrinas.
Factores predisponentes – etiología
La familia tiene una importancia fundamental en su génesis y mantenimiento. Con frecuencia existe tendencia familiar a la obesidad y uno o dos de los padres son obesos. Estos padres están acostumbrados a comer mucho o de manera inadecuada, tienen hábitos sedentarios y sobrealimentan a los hijos. El tamaño y la dinámica familiar también son importantes, de manera que la obesidad es más frecuente en los hijos únicos. Las familias sobre protectoras, rígidas, con padres ansiosos o que implican a los hijos en sus conflictos, tienen mayor riego de obesidad.
Con frecuencia estas familias tienen dificultades en aceptar los cambios provocados por el crecimiento del niño y suelen sobreestimar la importancia de comer bien para la salud. También son importantes el orden del nacimiento, la educación, y la edad de los padres.
Hábitos: los hábitos de estos niños favorecen el desarrollo de la obesidad; alimentación excesiva, inadecuada, con exceso de hidratos de carbono o grasas, golosinas, comida basura, ingesta entre horas, etc.…
Además en su comportamiento alimentario destacan la velocidad de comer y tragar alimentos, así como la preferencia por alimentos dulces o grasientos. Estos niños hacen poco deporte y pasan horas delante del televisor.

¿Cuándo un niño es obeso?
“Es el pediatra quien debe responder a este interrogante, luego de un examen clínico del niño, de acuerdo con su impresión y con la relación del peso del niño y su talla, según las tablas de edad y sexo.
El rol del pediatra es de suma importancia para detectar factores de riesgo tempranos y prevenir el sobrepeso y el camino a la obesidad.
En los factores de riesgo interactúan la herencia y el medio ambiente, a saber: en el lactante la obesidad puede estar ligada a la alimentación con biberón, el destete temprano, la incorporación precoz de papillas, el agregado de harinas o cereales a los biberones, etc. En cambio en la lactancia materna o natural es el propio bebé quién regula la ingesta de su alimento. Sin embargo ni la lactancia artificial ni los otros factores anteriormente mencionados, herencia, malos hábitos, sobreprotección, representan en sí mismos causas de obesidad. Esto ocurre cuando se suman distintos factores en un sujeto y en determinadas circunstancias. La obesidad infantil resulta de la desdichada combinación de múltiples causas.
En el período preescolar y escolar pueden hallarse con mayor frecuencia una causa desencadenante de esta patología, llamada entonces “obesidad reactiva”; por ejemplo luego de una intervención quirúrgica, una mudanza, o conflictos familiares.
Diferente es la obesidad de comienzo temprano, el niño siempre fue “gordito”. En estos casos hay estatura aumentada y mayor masa músculo-esquelética: es la llamada obesidad constitucional. En estos niños generalmente se presentan trastornos ortopédicos, fatiga o cansancio fácil, dificultades en la participación en actividades físicas y deportivas, lo que los hace volverse aún más inactivos. Emocionalmente tienen poca integración social y baja autoestima.
El diagnóstico de obesidad endocrina lo hará el pediatra (comprende el 2% de los casos) con la consiguiente derivación al endocrinólogo.
La adolescencia se caracteriza por la labilidad de la conducta frente a la alimentación, ligada al modo de vida irregular adoptado a veces durante este lapso y a conflictos familiares y sexuales.
Los adolescentes comen de manera variable, a distintos horarios y entre comidas. Con frecuencia se produce un excesivo aporte calórico, como consecuencia de un modo de vida más sedentario y el consumo de gran cantidad de alimentos azucarados. También en esta etapa hay una rápida ganancia de peso coincidente con el aumento de la velocidad del crecimiento. Emocionalmente son frecuentes los sentimientos de depresión y aislamiento social.
La prevención y el tratamiento de la obesidad deben basarse en medidas que tiendan a establecer una conducta alimentaria adecuada, de toda la familia, así como pautas con respecto al control del peso. La prevención es el enfoque óptimo, por el riesgo que existe de que la obesidad persista en la edad adulta, como factor agravante de varias enfermedades: hipercolesterolemia, diabetes, hipertensión, arterioesclerosis y enfermedades cardiovasculares.
En los lactantes es importante estimular la lactancia materna, ajustar el aporte calórico de acuerdo con lo sugerido por el pediatra, no hacer agregados extras a los biberones e informarse acerca de los valores nutricionales de los alimentos que serán incorporados progresivamente en su alimentación.”
Dra. Liliana Trifone, médica del Servicio de Nutrición del Hospital de Niños.

Definir el sobrepeso
El índice de la masa corporal (IMC) es la medida más extendida para definir el sobrepeso. Su fórmula relaciona peso y altura y consiste en dividir el número de kilogramos por la altura en metros al cuadrado:
Kg.
(Alt. m)2
Por ejemplo, una persona cuya altura es de 1,65 m, que pesa 65 kg., tendría un IMC de 23,8. La OMS clasifica los diversos niveles de IMC en grados de sobrepeso.
El Expert Comité on Physical Status de la OMS propone los puntos de corte 25, 30 y 40 de IMC que corresponden a los grados 1, 2 y 3 de sobrepeso. Esta organización afirma también que estos puntos de corte no implican aisladamente la necesidad de intervención terapéutica, sino que antes deben interpretarse en combinación con otros determinantes de morbilidad y mortalidad como son la enfermedad, el tabaquismo y la presión arterial. No existe, por tanto, acuerdo sobre cuál sería el peso “saludable”. Idealmente este correspondería a los grados de IMC en los que la morbilidad y la mortalidad son mínimas, mientras que lo definido como sobrepeso debería iniciarse en el punto en que aumentan los efectos adversos.

Mitos y realidades sobre la obesidad en la infancia:
La obesidad es probablemente el trastorno nutricional más frecuente en los países desarrollados y en la últimas tres décadas, se ha observado en las naciones en desarrollo, un fenómeno al que se ha denominado “Inversión Epidemiológica”; esto es, los padecimientos infectocontagiosos que afectaban principalmente a la población de estos países, son superadas en la actualidad por un grupo de enfermedades conocidas como “Crónico degenerativas”, entre los que se cuentan la Diabetes Mellitas, las dislipidemisas, las enfermedades cardiovasculares y la hipertensión arterial. Todas ellas, tienen una relación casi siempre directa con un trastorno metabólico común: la obesidad.

La obesidad se le ha visto en contextos diferentes en cada época. Durante siglos, fue vista como sinónimo de belleza, de bienestar físico y de poder. Hoy en día, la obesidad constituye un problema importante de salud pública tanto por su impacto en la esperanza de vida como por la calidad de la misma en etapas productivas.

Se ha estigmatizado al sujeto obeso tanto por la sociedad como también por desgracia, por el mismo médico. Se le considera indolente, glotón, falto de autocontrol y de fuerza de voluntad y, los niños obesos, no están exentos de esta estigmatización pues es quizá más fuerte la segregación de que son víctima por parte de los niños no obesos como de el resto de la sociedad; sin embargo, resulta cada vez más claro que la obesidad tiene un fondo genético con el que interactúan una pléyade de factores ambientales que rodean al sujeto obeso de cualquier edad, para el desarrollo de la historia natural de la enfermedad.

En la edad pediátrica, la obesidad es considerada uno de los problemas de más difícil control que enfrenta el pediatra. Su prevalencia va en aumento, así como el incremento de los riesgos de morbilidad; factores éstos que deberán estimular nuestro interés por estudiarla, pero que también son causa de frustración tanto del médico tratante como de las familias de estos niños cuando se muestran desmotivadas por las fallas del tratamiento.

Tanto la prevalencia de la obesidad infantil como su presentación y persistencia, se han encontrado siempre rodeadas de algunos mitos, los cuales han ejercido un fuerte impacto sobre las actitudes tanto del paciente obeso como de sus familiares y de nuevo, por desgracia del médico tratante. Estos mitos han dado pié a factores culturales que han influido tanto positiva como negativamente en la comprensión, el abordaje y el tratamiento del niño obeso.

El mito de que los sujetos con obesidad masiva comen en exceso es utilizado para justificar la discriminación contra estas personas; el mito de que los niños obesos están destinados a convertirse en adultos obesos, sugiere que nada se puede hacer para revertir este proceso. En la práctica, el mito de que la obesidad infantil es imposible de tratar, justifica no hacer nada al respecto. Desde esta perspectiva, la prevención de la obesidad sugiere que los médicos deberán orientar y tratar a los sujeto con obesidad y sobrepeso que recurran por ayuda ó bien, si el paciente está padeciendo problemas de salud que mejorarían si se logra reducir el sobrepeso. Este abordaje pasivo, no previene la ganancia de peso en la población de riesgo, ni tampoco previene en mayor incremento de peso en sujetos que ya cursan con sobrepeso.

La obesidad infantil es una enfermedad compleja y multifactorial. Los mitos que existen sobre ella se analizan en esta ponencia, y pueden distraer la comprensión por parte de los pacientes de los comportamientos y conductas que contribuyen a la enfermedad; ó bien, pueden desviar la atención sobre la preocupación por la enfermedad tanto por los padres como por los niños. Los mitos que sugieren que el niño obeso es inactivo, que come diferente, que come más chatarra, etc., sugieren que las personas obesas están socialmente desviadas y que, por tanto, está justificada la intensa discriminación que existe contra ellos.

Por último, el mito de que la obesidad infantil es un problema que no tiene tratamiento, libera a los profesionales de la salud de la responsabilidad para comprender y tratar a los niños obesos. El desechar estos mitos sobre la obesidad infantil, representa un paso crítico en su prevención y tratamiento.
Dr. Anselmo Machado Domínguez, médico pediatra, Unidad de Obesidad y Nutrición Clínica, Sonora, México.
Referencias:
1) Serdula, MK; el al. ¿Do obese children becomes obese adults? A review of literature. Prev Med (1993); 22 : 167-77.
2) Moria Golan, MD; et al. Am J Clin Nutr (1998); 67 : 1130-35.

Responda
¿Cuáles son los criterios que utiliza el E.O.E. y/o el Gabinete de Orientación Escolar para la integración de un alumno (con la patología que usted eligió) a la escuela común, en el caso que la misma sea viable, y cuáles son los criterios para su incorporación a la escuela especial?
No existe el criterio de derivación de un niño por presentar un cuadro de obesidad. De hecho estos niños forman parte del contexto de diversidad con que trabajamos los docentes. Por el mismo hecho de ser obeso un niño no es separado de su grupo de pares, ni mucho menos matriculado en una escuela especial, pero si podemos afirmar que los problemas emocionales que se derivan de este cuadro y en algunos casos, los factores que desencadenan la patología, dificultan el aprendizaje, pudiendo concluir con el fracaso escolar. Es en este momento, cuando se presentan dificultades serias para aprender o conflictos emocionales graves, cuando el maestro solicita la intervención del E.O.E.
Por supuesto es absurdo afirmar que la obesidad es causal en sí misma de fracaso escolar, pero es oportuno destacar que ella trae aparejada situaciones que perturban muy profundamente, la vida emocional de un niño.
Sabemos que la oferta de ropa no incluye todas las tallas, y no hay asientos adecuados en los cines, teatros, aviones y muchas veces no pueden acceder a medios de transporte públicos.
Por otro lado los medios de comunicación instalan el concepto de belleza relacionado con un cuerpo esbelto y delgado, concepto que hiere en forma certera la autoestima de los niños obesos en una etapa de la vida (la escolar) en la que más que nunca necesitan la aprobación y aceptación de sus pares. Los chicos en la escuela pueden ser, sin querer, muy crueles con sus compañeros, y los obesos, generalmente reciben apodos y bromas de sus amigos, son dejados de lado en juegos y deportes y siempre son los últimos elegidos cuando se trata de formar equipos, aún a pesar de contar con numerosas aptitudes y virtudes.
A esto debemos agregar la dificultad que el sobrepeso aporta a la relación del niño con su propio cuerpo. Su motricidad se ve perjudicada, muchas veces muestran torpeza o pesadez en sus movimientos, y esta falta de experiencias motrices agrava la situación, “soy pesado            me muevo con dificultad            por ello cada vez participo menos de juegos y deportes                como consecuencia soy cada vez más torpe”.
Ese es, en forma muy simplificada, el círculo vicioso en que cada vez se sumerge más el niño obeso. Sabemos que la psicomotricidad es una disciplina fundamental y determinante del éxito o fracaso escolar, y podemos inferir entonces en la delicada situación que la obesidad pone al niño con respecto al aprendizaje y éxito escolar, ya que estos niños deben luchar contra problemas y depresiones que muchas veces causa la obesidad, en vez de ser incluidos tal cual son, ellos deben cambiar su aspecto para encajar en las medidas y talla “normales”.
El tema es contradictorio, ya que, si bien es necesario iniciar un tratamiento pediátrico para ayudar al niño a encontrar un peso adecuado para proteger su calidad de vida, también hay que aceptarlo “tal cual es”.
La aceptación incondicional del niño debe partir de sus compañeros y de sus docentes para que en este contexto, él pueda levantar su autoestima y su rendimiento escolar se verá presumiblemente muy beneficiado. El niño debe sentirse valorado con su particularidad, como cada uno de sus compañeros, no sería esto lo mismo que decir “debo adelgazar para que me acepten”. Es en este concepto básico en que debe trabajar el maestro, el E.O.E. y la conducción de la escuela.


      Licia Margarita Halfon

  • Titulo:  Profesora Nacional de Educación Física  
  • Especializaciones: Actividad Física correctiva en el ámbito escolar
  • Programas Educativos de Atención Primaria de la Salud
  • Agente Sanitario de la Comunidad.
  • Fracaso Escolar por desarmonías de Crecimiento y Desarrollo y la Psicomotricidad.
  • Fracaso Escolar por Trastornos Neurosensoriales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario