sábado, 4 de octubre de 2014

LA CONDUCCIÓN ESCOLAR. ¿EN LAS MEJORES MANOS?. Prof.: Licia Margarita Halfon


LA CONDUCCIÒN ESCOLAR

¿EN LA MEJORES MANOS?

La maestra normal

La historia de nuestra escuela, la de los guardapolvos blancos y las abnegadas maestras, está ligada a la cultura de las letras y en menor escala, de los números. 

Desde sus orígenes, la escuela fue asociada con los saberes lingüísticos, especialmente al lenguaje escrito.  Es, si se quiere, hasta lógico entender que en una nación en formación, con una gran prevalencia de analfabetismo, una composición social heterogénea y notable aporte de inmigrantes europeos, haya sido la escritura un horizonte claro para la escolarización de las jóvenes generaciones. 

El protagonismo absoluto de ese modelo escolar estuvo en manos de “la maestra”.   Figura de altísimo prestigio social, alrededor de la cual giraba el mundo escolar en todos sus aspectos.  La maestra era la portadora del saber y la encargada de transmitirlo a sus alumnos, pero esta función pedagógica no era lo único que la comunidad esperaba de ella.  La maestra era una verdadera disciplinadora para niños que, en su mayoría, llegaban a la escuela con pocos modales y escaso roce social.  Una figura de gran carisma, con verdadero potencial afectivo, contenedora y de gran trascendencia en los años de la niñez.  La maestra en aquellos años de consolidación de la escuela pública era la consejera familiar.  Madres y padres recurrían habitualmente a ella ante problemas familiares, conflictos o en busca de orientación para la crianza de sus hijos.  En este contexto es lógico entender que la dirección de la institución Escuela haya sido pensada para ella, la única figura adulta presente en aquel modelo escolar. 

Otros vientos/nuevos paradigmas

Mucho ha evolucionado la sociedad en los últimos 100 años.  Como todas las instituciones estatales, la escuela ha transitado sucesivas crisis que la han transformado en este espacio de intercambio democrático y diverso que tenemos hoy y en el que el paradigma educativo ha cambiado esencialmente.  Ya no es el docente el depositario del saber.  El conocimiento es concebido como construcción colectiva diferente en cada caso.  La emblemática maestra normal, segunda mamá y consejera familiar ya no existe.  Ha desaparecido del mundo escolar dejando paso a los nuevos profesionales.   Seguimos llamando maestros a aquellos que enseñan lengua, matemática y ciencias, pero ya no son aquellos “sabios” del pasado.  La formación  es la de un profesor en enseñanza primaria,  carrera de nivel terciario que ocupa 4 años en la vida de los jóvenes aspirantes. 

De la mano de estas profundas transformaciones aparecen en la escena escolar otros saberes que apelan al desarrollo de nuevas inteligencias.  Saberes artísticos, corporales, motores, tecnológicos, idiomas, y con ellos los otros profesionales de la enseñanza, los profesores de estas áreas del conocimiento que, si bien no son nuevas, afortunadamente hacen su ingreso en la escuela.  La educación se diversifica, se enriquece permitiendo a los chicos encontrar nuevos rumbos para sus vidas, abriendo sus miradas a un mundo infinitamente más apasionante y complejo.  Aparece una nueva matriz escolar ofreciendo la posibilidad de descubrir muchos y diferentes tipos de talento en nuestros chicos.  Ya no solo tenemos al poeta o al genio de los números.  Ahora existen otros rumbos, la música, la plástica, la educación física entre muchas otras.

Nueva escuela vs viejas estructuras

Todos estos cambios operados vertiginosamente en la segunda mitad del siglo XX si bien han resultado en una interesante reformulación de la escuela primaria, no han sido acompañados por las estructuras que sostienen la organización y gestión de la institución.  Ella sigue siendo pensada por el Estado como aquella escuela normal de nuestras abuelas.

Conviven en sus aulas y patios profesionales de las áreas de injerencia más diversas, pero sigue siendo la matriz disciplinaria de las letras y los números la que prevalece en la gestión y la consiguiente toma de decisiones que dirigen su accionar. 

Esta contradicción entre el planteamiento educativo en los diseños curriculares y su instrumentación práctica, es el responsable de la aparición de una nueva conflictividad que condiciona su funcionamiento.  Si bien la mirada del conocimiento se ha diversificado, el reconocimiento de las multiplicidad de inteligencias posibles en el sujeto está presente implícita y explícitamente, es el docente de lengua y matemática el que conserva la potestad de conducir la escuela haciendo prevalecer sus puntos de vista y su propuesta de enseñanza por sobre el resto de la áreas del conocimiento.  Entran, así, en conflicto proyectos, experiencias, y hasta las pequeñeces como la distribución horaria son instrumentados de acuerdo a la perspectiva de los docentes de letras y números, relegando las otras disciplinas al carácter de “auxiliares”.

Las reuniones con las familias, a modo de ejemplo, son pensadas y llevadas a la práctica por “la maestra” del grado y en el mejor de los casos se le ofrece al profesor de música o educación física, un par de minutos para que reafirme los dichos del docente del grado, si el grupo tuviere problemas de disciplina.  De ningún modo está contemplado que este ofrezca a las familias un informe acerca de la marcha del proceso de aprendizaje en su área.  Ello no pareciera ser relevante, como tampoco resulta relevante su opinión cuando se trata de decidir la promoción de un alumno.   

Se aprecia, en esta forma de organización escolar, la ideología que subyace en la tenaz resistencia al cambio.  Aún existen viejas estructuras de poder que siguen privilegiando los saberes lingüísticos y matemáticos al resto de los conocimientos que circulan y se distribuyen en la escuela. 

Tenemos entonces que sólo pueden ascender a la conducción escolar, llámese Director, Vicedirector,y Secretario, aquellos docentes que poseen el título de Profesores en Enseñanza Primaria.  ¿Estamos ante un “olvido” del sistema?  ¿Es casualidad que aún no se haya modificado el estatuto permitiendo el ascenso a cualquier docente?  ¿Se trata de un hecho azaroso? 

Resistencias y sus verdaderas causas

Sería muy interesante preguntarse por el fundamente pedagógico para la persistencia de esta forma organizativa.  Se han escuchado numerosos argumentos, pero el más esgrimido es el que sostiene que el Profesor de Enseñanza Primaria tiene competencia en mayor número de disciplinas, de las que se enseñan en la escuela.  Sin embargo esta argumentación es, en el mejor de los casos, ingenua, pues el conocimiento disciplinar en el nivel primario carece de la complejidad y especificidad necesaria para quedar fuera del dominio de un docente de cualquier otra área.  Estamos pensando la escuela primaria, no claustros universitarios.  Parece al menos ridículo sostener que un profesor de plástica o de inglés pueda ignorar las reglas de análisis sintáctico o las fórmulas para averiguar la superficie de una figura.  El conocimiento didáctico es aquel verdaderamente imprescindible para conducir pedagógicamente una escuela, y en tal sentido es sin duda, falso sostener que un docente de cualquier área no pueda supervisar una secuencia didáctica, sea de la disciplina que sea. 

Estas y otras igualmente absurdas argumentaciones, pretenden ocultar la verdadera trinchera que se está defendiendo: La matriz enciclopedista y disciplinaria que privilegia unos saberes (los lingüísticos y matemáticos)  sobre el resto del universo del conocimiento. 

Un verdadero cambio en la matriz escolar

Resulta indispensable y urgente la modificación del Estatuto del Docente, para permitir el ascenso a la conducción escolar a cualquier docente con título de 4 años. 

Esta modificación, lejos de ser de forma, apunta al corazón mismo del sistema.  A los nichos más profundos en su estructura de poder, porque la gestión de la escuela por docentes de las más diversas áreas resultará en una verdadera democratización del conocimiento. 

Si la escuela presenta una configuración  en la que todos los saberes sean, de verdad, igualmente valiosos, entonces todos nuestros chicos van a encontrar un espacio real de valoración personal en el que puedan desarrollar aquellos talentos que la naturaleza, la genética o la propia subjetividad dispuso en cada uno.  Una escuela en la que todos podamos ser “el mejor alumno”  Una escuela que acompañe a los niños en su ingreso al mundo de la cultura

 

Licia Margarita Halfon

Profesora Nacional de Educación Física

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