sábado, 27 de septiembre de 2014

La producción en Lengua Extranjera. “…se aprende a hablar, hablando…” .Prof.: Iacovino Silvina


Si bien existen ocasiones en las que nos valemos exclusivamente del trabajo con uno de los quehaceres en Lengua Extranjera (leer, escribir, hablar, escuchar) sabemos que debemos concebirla, así como a su proceso de enseñanza-aprendizaje, como una integración de los quehaceres de comprensión y producción porque es imposible considerarlos aisladamente. Son muchas más las situaciones comunicativas en las que estos quehaceres están en constante interjuego.

 Aún teniendo en cuenta esta visión integral de la lengua, es cierto que los docentes tenemos nuestra mayor preocupación focalizada en los quehaceres de producción: hablar y escribir. Quizás porque son los que imponen a nuestros alumnos las mayores dificultades.

         Estas dificultades  no se circunscriben solamente al uso de la lengua extranjera sino que también, y cada vez más notoriamente, entorpecen la comunicación en la lengua materna con discursos plagados de errores de todo tipo, pobreza de vocabulario, hesitaciones infinitas, etc. ¿Será ésta una paradoja de la era de las comunicaciones?

         ¿Cómo hacer que nuestros alumnos sientan confianza en sus capacidades de producir en lengua extranjera? ¿Cómo lograr que usen el lenguaje para comunicarse exitosamente? ¿Cómo ayudarlos a adquirir fluidez en la producción? ¿Cómo guiarlos para que puedan  adecuar el mensaje al contexto comunicacional? ¿Cómo motivarlos a producir espontáneamente?

         La respuesta a éstos y otros interrogantes similares y relacionados con nuestra preocupación nos la brinda con asombrosa sencillez el propio Diseño Curricular de Lengua Extranjeras vigente en la C.A.B.A.... se aprende a hablar, hablando; se aprende a escribir, escribiendo...” (La producción y los quehaceres de hablar y escribir”, página 43”)

Esta simplicidad aparente encierra un desafío para el docente: proponer en sus clases situaciones comunicativas significativas para el alumno que lo motiven y le creen la necesidad de producir en lengua extranjera y, al mismo tiempo, proveerlos de las herramientas necesarias para desarrollar y poner en uso su competencia comunicativa teniendo en cuenta si los conocimientos previos del alumno le permiten llevar a cabo la tarea. Darles la posibilidad de tomar el lugar de interlocutor en Lengua Extranjera activa, creativa, reflexivamente.

         Para producir un texto, ya sea éste oral o escrito, el alumno debe ver con claridad cuál es la finalidad de dicha producción: comunicar. Debe existir un motivo concreto y evidente para dicha comunicación. Podemos pensar qué comunicar, con quién, cómo, en qué contexto, para qué: para pedir o dar información necesaria para un objetivo ulterior; para expresar sentimientos, ideas, preferencias, para advertir un peligro, para dar indicaciones, para reflexionar, para jugar, para divertirnos...

         ¡El lenguaje nos ofrece tantas y tan variadas posibilidades!

         En lo que se refiere exclusivamente a hablar en lengua extranjera, para lograr una comunicación exitosa, los interlocutores necesitan: poder articular de manera comprensible los sonidos y secuencias de sonidos propios de la lengua; construir la estructura del mensaje para expresar lo deseado; dominar patrones elementales de entonación; tener cierto grado aceptable de fluidez; manejar los códigos conversacionales (turnos para hablar y escuchar); comprender eventuales respuestas para posibilitar el feedback; monitorear el propio discurso para evaluarlo y modificarlo si fuera necesario; etc. Y todo… ¡en tiempo real!

         Por ello, los docentes debemos planificar cuidadosamente nuestras clases y pensar si nuestra propuesta es relevante y significativa para el alumno; cuál es el nivel de complejidad de la /las actividad/es en cuanto a demanda cognitiva, dificultad y cantidad de la información que el alumno debe procesar, instrucciones, consignas; cuáles  son los saberes previos de los alumnos, no sólo en lo que se refiere a la Lengua Extranjera (precisión gramatical, vocabulario, adecuación al contexto) sino también en cuanto a sus conocimientos generales; si es necesario llevar a cabo actividades preliminares o no; con qué ayuda contará el alumno durante el desarrollo de la clase (el docente, otros alumnos, diccionarios, libros, material visual, audiovisual, etc.)

         En este marco, podemos proponer gran cantidad y variedad de actividades y/o proyectos para la producción oral. Podemos trabajar en pares, pequeños grupos, con el grupo clase completo; diálogos e, incluso, monólogos; con material auténtico o didáctico; etc.

         Situaciones tales como comprar y vender, “tomar el té” (o unos mates…), hablar por teléfono, pedir ayuda para llegar a un determinado lugar, una visita  al médico, comer en un restaurant, ir a una fiesta, visitar un país lejano, ser el jefe que entrevista a un candidato para ser su secretario, ser periodista y hacer una nota, ser presidente de una nación importante y dar un discurso, ser el capitán de un barco que da instrucciones a su tripulación y todas las situaciones que nuestra imaginación  (y por qué no,  la de nuestros alumnos) puedan crear; nos dan la posibilidad de jugar en el aula y ¡¡¡de hablar!!!

         ¡¡También viene bien hablar para jugar!! Lo más simple: aquellos juegos con reglas conocidas por los chicos y que pueden adaptarse fácilmente a los requerimientos de la clase. Ta-te-ti para inventar oraciones, para responder preguntas, para cantar. Batalla naval para encontrar objetos en una habitación, personas en una casa, edificios en un barrio. Loterías de todo tipo: colores, animales, comidas, deportes. Encontrar las diferencias. Adivinanzas. El teléfono descompuesto.

Y seguir hablando para contar un cuento, presentar a la familia con una foto, cantar, discutir un tema polémico, buscar acuerdo para tomar una decisión…

Las opciones se multiplican y una idea puede dar origen a muchas más.

Lo más importante es estar convencido de que el tiempo que destinamos en nuestras clases para la producción oral es una verdadera inversión, que es nuestra responsabilidad abrir el juego y brindar el espacio para la oralidad porque con propuestas significativas y motivadoras, con docentes que acompañan y guían ayudando a construir confianza y a no tener miedo al error considerándolo una parte más del aprendizaje, se puede aprender a hablar, hablando.

         
Silvina Iacovino.

Bibliografía:

Diseño Curricular de Lenguas Extranjeras. Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2001

Lindstromberg, L. The recipe book. Longman. 1990

Nunam, David:Designing tasks for the communicative classroomCambridge Language Teaching Library. 1990

Sion, C. Recipes for tired teachers. Addison- Wesley Publishing Company.1985

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